sábado, 20 de febrero de 2016

A CADA UNO LO SUYO



Una lavandera iba todos los días a la orilla del rio para lavar las ropas de todo el pueblo. Aunque era pobre, siempre estaba contenta y todo el mundo la quería.

Cerca del rio vivía un malvado panadero que hacía un maravilloso pan.

La lavandera quedaba extasiada con el olor que salía de la panadería, hasta que un día el panadero le dijo:

- Oye tú, te voy a llevar a los tribunales por oler mi pan.

La muchacha siguió lavando y no le hizo caso hasta que le llego una citación judicial.

La lavandera se presentó en el juzgado y el juez la condeno a pagar al panadero cien monedas de oro en el plazo de tres días.

La muchacha no sabía qué hacer, pero como era tan querida, sus vecinos hicieron una colecta y en un día reunieron el dinero.

Poco después la muchacha le entregó al juez las cien monedas.

El astuto magistrado empezó a agitar el saco de monedas en los oídos del panadero.

Y cuando este fue a echar mano al saco, el juez le detuvo y le dijo:

- Tú pediste cien monedas a la lavandera por haber robado el olor de tu pan sin haber probado ni un bocado y tú te lo has cobrado con el ruido de las monedas.

La multitud estalló en una carcajada y aclamó la sabiduría del juez.




La justicia es la firme y constante voluntad de dar a cada uno lo suyo. Santo Tomás De Aquino.

Cuento Tradicional de Perú.

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