viernes, 27 de septiembre de 2013

La Distracción como Cebo,,,por José L. Stevens



La falsa personalidad es la conciencia egoica de la que se habla en el Budismo y conocida como Satanás por los Cristianos, aunque nunca ha sido una entidad viviente, un diablo. Es solo una máquina que sigue un conjunto de leyes establecidas que rigen la maquinaria. La falsa personalidad está programada para brindar distracción. Todo el que ha educado a niños sabe el éxito que tiene la distracción cuando se trata de hacer que un niño deje de llorar o de gritar. La herramienta favorita de la falsa personalidad para crear distracción es el pensamiento: pensamientos interminables de explicación, comparación, juicio, procesamiento, análisis, cálculos, consideraciones, negaciones, aceptaciones, argumentaciones, imputaciones, identificaciones y así sucesivamente. Los humanos han elevado el pensamiento al trono dorado y lo han proclamado rey. Sin embargo el pensamiento puede ser un enorme buscapleitos cuando se separa de su fuente, la mente superior que reside en el corazón. Cuando el pensamiento se divorcia de la mente superior, es presa del temor.

El parásito quiere mantenerse vivo así que se alimenta de la emoción y especialmente de las emociones turbulentas asociadas con el enojo, la tristeza, el terror, la culpa, la vergüenza, la envidia y así sucesivamente. Por lo tanto para este es muy importante provocar estos estados emocionales en cada uno de nosotros. El parásito quiere que reaccionemos, así que nos lanza granadas regularmente esperando que reaccionemos con alguna de las emociones antes mencionadas. Si reaccionamos, la granada se activa. Si no reaccionamos la granada se mantiene dormida y puede dispararse más tarde o no. Si reaccionamos el parásito se refuerza con el alimento de la emoción que consume, se hace más poderoso y nosotros más débiles. Si nosotros no reaccionamos entonces este no tiene nada que comer y se muere de hambre y somos nosotros los que nos alimentamos de su energía y nos volvemos más poderosos. En el fondo el juego es muy simple, comer o ser comido, pero puede jugarse en formas variadas e ilimitadas lo que lo hace un juego muy convincente.

En la mayoría de nuestras vidas terminamos perdiendo el juego y somos comidos. Tratamos de marcar puntos al alcanzar nuestro objetivo de felicidad, satisfacción y plenitud, aún la dicha y la alegría. Esperamos tener empleos felices y satisfactorios, tener abundancia, casarnos bien con nuestra pareja muy deseada y vivir felices para siempre creando una hermosa familia y ganando el respeto de nuestras comunidades, colegas y amigos. El parásito nos lanza granadas continuamente en forma de inquietudes, preocupaciones, temores, molestias, irritaciones, obstáculos y así sucesivamente, tratando de desviarnos de nuestros objetivos, teniendo éxito usualmente. El juego que este está jugando es el de cebar y consumir. Mayormente asimilamos el cebo y cambiamos de rumbo hacia los conflictos, las querellas legales, el divorcio, las venganzas, las trampas, las traiciones, las pérdidas, las enfermedades y adicciones que brindan buen alimento para que el parásito lo consuma. Al desarrollar nuestra vida estamos debilitados por este bombardeo constante hasta que al fin, exhaustos, morimos de alguna muerte miserable como el cáncer, un accidente, asesinato, hambruna o suicidio. No es un panorama agradable, ¿verdad? Ahora bien, si solo viviéramos una sola vida como un jugador con un dólar para gastarlo, no sería un juego interesante porque estaríamos fuera del juego al momento. Afortunadamente hemos diseñado el juego de manera que tuviera múltiples intentos y cada vez que perdemos aprendemos un poco más sobre el arte de ganar. Eventualmente aprendemos lo suficiente para darle al robot parásito una tunda. Aprendemos a derrotar a nuestro monstruo y a experimentar la alegría de la maestría, habiendo aprendido el valor de aquello que teníamos antes y que quizás no habíamos apreciado.
por José L. Stevens
http://www.thepowerpath.com

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